EDITORIAL: Periodista...el oficio de ser

Las huellas en las yemas de los dedos delatan un constante martillar sobre las teclas, los pulmones hilvanan serios quejidos por un aroma a tinta que penetró de tan hondo hasta el corazón, algún vicio: el faso, el chicle, la bebida, el stress de estos días, o la adicción por el saber ¿qué pasó? acompañan a la profesión desde las primeras horas de la mañana hasta el cierre de la redacción.

No importa sí el teclado es el de una vieja Remington o una moderna Olivetti, que ahora quedó sepultada en el olvido de un cementerio informático. Por más que los innovadores sostenes de letras se asemejen a almohadones mullidos, poco puede hacerse para mitigar nuestros golpeados dedos. El aroma a tinta, negra de los principios, hoy más color que nunca, se advierte aún a kilómetros de distancia para el que abraza esta actividad con todo el amor por lo suyo.

Los condimentos que envenenan el cuerpo, las enfermedades que lo secan de a poco, son un aditivo más en las largas horas de redacción, en la comodidad incómoda de una silla que gira loca mientras se oye el repiqueteo. Es así, el Periodismo se abraza con todas las ganas, o se deja olvidado a la vuelta de la esquina, como a esa novia que alguna vez se soñó esposa y que, vaya a saber porque giro de la vida, sólo ocupa el lugar de los recuerdos.

Se quiere en su totalidad y no en cuentagotas, se practica con los medios que uno tiene a su alcance y no llorando por los rincones de penurias y privaciones que no dejan hacer una nota. Se lo extraña, y puedo decirlo porque lo experimenté en “carne propia”, cuando se elige otro camino, tanto… pero tanto, que uno es capaz de andar a contramano para recuperarlo, aunque le cueste tiempo, no viva de él y reciba más injurias que buenos tratos.

En la historia argentina hay muchos y buenos Periodistas donde reflejarse, aunque muchas veces hayan quedado sumergidos por la huella de tanto tradicionalismo que les impidió justo reconocimiento. Desde Mariano Moreno, fundador de la Gazeta de Buenos Aires, quien se atrevió con su estilo crítico y mordaz a defenestrar la autoridad española en pos de la construcción de un destino patrio, poniendo los interesas nacionales por sobre los individuales, hasta un Rodolfo Walsh que le cargó a su labor de enorme escritor, un compromiso político sin igual con una causa que creía justa.

Equivocados o no, ambos son ejemplos del Periodismo que debiera ser, el que escapa a los límites mismos del Medio de Comunicación e implica un compromiso real con la ciudadanía, con los pares y, fundamentalmente, con nuestras ideas. Muchos otros nombres podrían acompañar a los dos anteriores, pero es preferible salvarlos como dos íconos que quisieron ser, no los dejaron y, sin embargo, transformaron su obra en un profundo legado para generaciones posteriores.

Es este nuestro pequeño y humilde homenaje a los hombres de la pluma, elegimos el camino de la Comunicación, porque creemos que es posible relacionarnos con el público de otra manera. Una forma independiente, plural y honesta de entender lo cotidiano, el mundo que nos rodea, mostrando la visión de la realidad con el criterio particular de los jóvenes.

Feliz día para todos los Periodistas, los de una vereda y los de la otra, y también ¿por qué no? para los que transitan por el medio de la calle, todavía sin decidirse. Enorme abrazo a los lectores que nos da vida en este soporte digital: sinceramente estamos sorprendidos, es un sueño que más de 1600 personas hayan visitado la primera edición. Es la energía que necesitamos para duplicar los esfuerzos en este hermoso camino de informar y formar que hemos elegido.

Los Coordinadores.